CUANDO SE NOS QUEBRÓ LA TRAMA
A José Luis y a Amparo.
Sembrando, cardando y devanando, juvenilmente,
tejiste y destejiste, al amparo suave de la brisa,
la madeja polifacética de tu palabra.
Tan frágil y cruel, delicada y fiera, como un filo, se te encaró la vida.
Era tu hilo tan fino, seda u oro, lino o lana, qué importa ahora, que
a diario lo lanzabas del vacío a la cumbre, del infinito a la nada,
rebelde tejedor de sueños, en busca de dialécticas batallas.
Pero el día llegó en que el hombre no acertó a enhebrar la aguja para
seguir remendando la urbe con atisbos de profética mirada.
Por el suelo quedaron, al desamparo, el telar y la musa,
cuando el hades rasgó sereno los sellos de la trama.
Retomaré la rueca, se dijo ella, rehilaré mis versos,
encenderé el fuego, y apagaré mis lágrimas,
ahora que un otoño multicolor se viene,
entintado de aromas y nostalgias.
Eugenio González Núñez
08/09/2012
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