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miércoles, agosto 13, 2025

 LA PULSIÓN DE ISADORA y otros relatos concupiscentes

JESÚS MORAL

Núm.páginas:167

PVP: 20,00€

ISBN: 978-84-92676-79-8

DL:LE-301-2025



Los aficionados al cava saben que se trata de vino espumoso obtenido mediante una segunda fermentación en botella del vino base. Son características sus burbujas que se producen al fermentar el mosto por acción de las levaduras.

 E Isadora es el carbónico que forma las burbujas y, disuelta o retenida, se va desprendiendo lentamente, capítulo a capítulo, relato a relato, para que el lector disfrute de cada copa, con diferente tamaño, a distintas velocidades, en una narración concatenada, que se vive con apasionamiento, sin tabúes, sin inhibiciones, sin pudor ni culpabilidad. Así cada lector disfrutará a su ritmo, aportando a su lectura, sus ‘entrelineas’ yendo incluso ‘más allá de las líneas’ y hasta donde su propio enfoque y  experiencia le traslade.

Isadora vive el sexo sin más obstáculos que las dificultades de sus parejas. No tiene duda de lo que busca; se divierte ella, y con ella, ellos, y también nosotros. Aquí no encontrarás pornografía pero sí erotismo, sensualidad, lascivia y concupiscencia. Cada relato es una píldora rejuvenecedora, vital. RISA, DIVERSIÓN Y PLACER LIBERADOR. Su acción salvífica llega a todos los lugares del mundo, como Baubo, la diosa que reía con su vagina.

Isadora liberará tus emociones, desarrollará tu curiosidad y hará volar tu imaginación. Te mantendrá ocupado y distraído, mientras exploras su mundo, tu mundo, Ahora lee, relájate, descansa y disfruta.



Jesús Moral

Nací en 1953, en un caserío en medio del monte llamado ‘Carrascal’ en San Quirce de Riopisuerga, municipio entonces de la provincia de Burgos, hoy pedanía de Alar del Rey (Palencia) por decisión administrativa de caprichosos funcionarios, en las proximidades de Peña Amaya, antigua capital cántabra y foco de su resistencia, de donde proceden mis ancestros en línea paterna, siendo los maternos oriundos de los alcores vallisoletanos.

Nunca me arrepentí de lo hecho, sino de lo omitido, pero ¿Quién puede ser mesurado al juzgar sus propios actos?

Abrevaba en las fuentes del materialismo histórico, y de la iconoclastia y la heterodoxia.

Leía con avidez: de Master y Johnson a Efigenío Amezúa, para hacer el amor como personas. Y de Marcuse a Mao Tse Tung, para transformar el mundo. El mayo francés, la isla de Wight, Berkeley, Vietnam. En el verano, guiado por el Che Guevara, preparaba la revolución en las Tierras de la Reina.

Estudiando en Valladolid, el PTE me envió a Asturias a reforzar su organización, hasta que terminé en prisión condenado por el TOP. Conocí, entre otros a los líderes del ‘proceso 1001’: Marcelino Camacho y el asturiano Muñiz Zapico, a cuyo entierro asistí en La Frecha. Corría el año de 1977. Éramos jóvenes y creíamos en una democracia política que acabó decepcionándonos. 

El torbellino vital no dejaba tiempo para la reflexión, el activismo político me impidió finalizar mis estudios de Ciencias Químicas, pero no los de Derecho estando colegiado en Oviedo y Gijón.

Siempre aprecié los hornos que mejor ‘arroxan’, y comí pan de algunos de ellos.

Y ahora, tras superar una difícil enfermedad, me atrevo a contar estas historias concupiscentes y lascivas, livianas y divertidas. El tiempo envejece deprisa.

 


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