NOVIEMBRE,
SOLEDAD DE VERSOS a la deriva, océano de música con olor a madera quemada,
velas midiendo el vacío..., y yo tropezando con todas las letras, hablando en
sueños, flotando entre metales y piedras de silencio. No, no quiero que me lleve el tiempo
a un lugar sin tiempo. Aún no quiero llenar de humo el hueco del recuerdo. Aún
no estoy preparada para salir a ninguna parte... Cohen canta: Nos
conocimos cuando éramos jóvenes./ Fue en un parque de colores lila y verde./ Me
cogiste como si fuera un crucifijo mientras nos adentrábamos de rodillas en la
oscuridad./ Hasta la vista, Marianne, ya es hora de que empecemos a reírnos y a
llorar y llorar, y a reírnos de todo. Desolados, los violines se desviven por un fragmento del vals con guirnaldas donde Lorca baila. Y hay en tu voz una muerte espejo para piano. ¡Ay, ay, ay..! El vals, el vals, el vals... Cantan y lloran las almas, cuerdas de tu guitarra.
©Amparo
Carballo Blanco
A Leonard Cohen, in memoriam
A Leonard Cohen, in memoriam
NADA DE LO QUE HOY ES
existirá mañana: ni la aventura de la sangre cristalina, ni el amor que todo lo
cura, metal candente, enloquecido. Ni el sabor a eternidad de aquello que es
costumbre y no dura. Ni la voz mística y canalla del poeta de la música. Ni las
vidas sucesivas en una sola vida vividas. Ni el brillo de la gema en el
recuerdo. Nada. Ni siquiera el dolor existirá en las heridas que, cicatrizadas,
nunca dejarán de sangrar. ¿Quién escribió el cuento del soplo que echó el mundo
a rodar? ¿Quién dirige la flecha del tiempo sin tiempo del cristal que se
rompe? Otro año más de velas que se apagan y sombras que se encienden en el
mendigar del alma en pena, oxidación y entropía. ¿Lo quieres más oscuro?
©Amparo
Carballo
A Leonard Cohen, in memoriam
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